Por:Carolina Berrios y Domenica Regalado

Aquella sensación de abrir la puerta de un museo o exposición, ingresar lentamente por dichos pasillos fríos y silenciosos que causaban un efecto indescriptible y transportaban a otra galaxia al observar fijamente los diferentes artes expresados por talentosos seres humanos se ha ido transformando con el pasar de los años.  La manera de hacer arte dio un giro extraordinario en el siglo XXI. 

Como el descubrimiento de Pablo Picasso, la llegada de la tecnología ha causado conmociones, los modelos tradicionales quedaron a un costado para darle paso a nuevas herramientas que permiten al artista crear de una manera más cercana al espectador, es decir que aquella persona que consume estos contenidos o productos pueda palpar el arte de forma única.

Es sorprendente el hecho de que un museo antiguo, lleno de historia colocara pantallas en las ruinas que, al ser movidas, los visitantes consiguieran la oportunidad ver y maravillarse con el esplendor de las construcciones en sus años de gloria.

Como este ejemplo, existen tantos que frente a los ojos parecen de película, de esas se acostumbran a observar sentados en el sofá o recostados en la cama de la habitación, mirando fijamente a la televisión, soñando despierto que hace un recorrido por los pasillos, suspirando y tocando con las manos piezas extraordinarias… pero el fin de la emoción se daba con la propaganda.

El artículo publicado por el sitio web Semana, lo ratifica; para nadie es un misterio que como clima cambia el modo de vivir de la sociedad, el uso de la tecnología cambia el día a día de las personas, desafía tiempo y espacio, abre un mundo de posibilidades que exaltan la imaginación.

Culturalmente no solo está transformando la manera en que se hace arte, sino que además lo está poniendo al alcance de todas las personas para que se lo apropien creativamente. 

En tiempos pasados, cuando se quería consumir arte solo se podía ver y no tocar, en la actualidad, gracias a los avances tecnológicos como dice el científico Rodolfo Llinás, durante una conferencia sobre el cerebro en el parque Explora en Medellín, “la mayoría de los museos le exigen a uno que mire, pero no toque, este, por el contrario, es mire y toque; mire y explore porque le pertenece a usted”.

Y en efecto, con pantallas táctiles, iPads, juegos interactivos y videos 3D museos como el Parque Explora, el Museo del Agua en Medellín, el Museo del Caribe en Barranquilla y el Museo de la Independencia en Bogotá están convirtiendo al visitante en actor explorador.

Lejos ha quedado el mero observador que contempla como tempano de hielo los cuadros y los objetos manteniendo una distancia infranqueable a pesar de la cercanía.

La enérgica fuerza de las redes ha hecho que muchos artistas utilicen estas plataformas para sus beneficios de trabajo, un caso destacado es el de la antropóloga egipcia Mónica Hanna, quien consciente de esta fortaleza, decidió ponerlas en acción para encontrar las 1.100 piezas robadas del Museo Nacional de Malawi en Minya.

A través de Twitter ella enviaba fotos y mensajes de que motivaban a ayudar a recuperarlas. Luego de tanto esfuerzo, de tuit tras tuit, finalmente recibió unos mensajes con información sobre un camión cargado en su totalidad de aquellos tesoros maravillosos, de los que gran parte pudieron volver a casa, el museo.

Mónica no quita el dedo del renglón, el plan continúa y cada vez más tuiteros alrededor del mundo los que están uniéndose para salvar las reliquias de una de las civilizaciones más antiguas del mundo a través de trinos.

El arte en todo su esplendor es apasionante, es algo inexplicable, tal y como cuando escuchamos una letra musical que despierta el alma y nos genera sensaciones que con palabras quizás no se puede explicar; así es el arte, como una pintura abstracta que se puede interpretar de varias maneras pero que al fin y al cabo acaba atrapando a aquel que la aprecia.

El tiempo avanza y con él la tecnología, la cual se adapta a este magnífico campo de expresiones que con esta no hace más que llevarnos a otro mundo en donde podemos ser y sentir como prefiramos.

El arte del siglo XXI nos ha compuesto la historia de un modo distinto, de un modo moderno, interesante y entretenido. 

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