Saturday, 20 April, 2024

MANABÍ | Ecuador, a los 12 años empezó a estudiar


Autor: Mishella Delgado Zambrano, estudiante del noveno semestre de la carrera Ciencias de la Comunicación de la USGP

¿Qué pasa si se menciona la palabra niñez?

Seguramente la mayoría recordara aquellos tiempos donde lo más importante eran las horas de juego y el mayor sufrimiento era despertar temprano para ir a la escuela.

Lamentablemente, para otros eso no existió, sus prioridades no se relacionaban con diversión y despertar temprano no significaba sentarse en un pupitre a sumar y restar. Su infancia les fue arrebatada, haciéndolos caer en un abismo llamado trabajo.

Ecuador Zambrano

La historia

Sentado en una silla en el balcón de su hogar, con su cabello cenizo, cejas gruesas, ojos cafés claro brillante y arrugas que se acentúan más en su rostro a medida que sonríe, Ecuador Zambrano, a sus 78 años recuerda aquel niño que con una funda de tela que sustituía una mochila y zapatos desgastados recorría dos kilómetros diariamente para llegar a su destino.

Su vivienda era pequeña y de caña, en ella Vivian sus once hermanos y sus padres. La situación económica de su familia, los obligo a trabajar. Con tan solo diez años de edad, Ecuador despertaba a las seis de la mañana para dirigirse a trabajar a una hacienda cercana en donde le pagaban un sucre diario.

Él era encargado de la siembra de yuca, maní, algodón, sandia y melón, además de ir todas las mañanas a dejar el desayuno a los obreros de las tierras donde trabajaba.

Entre risas él recuerda una anécdota de ese momento, cada mañana él dejaba el desayuno y regresaba con una carga de leña, en su camino siempre se encontraba con Simón Pazmiño, un niño de nueve años, dedicado a las mismas labores que él.

Simón tenía la costumbre de quedarse dormido encima del burro cuando se dirigía a dejar el desayuno y Ecuador tenía que despertarlo para que siguiera su camino.

Eran tres Los niños que trabajaban en los sembríos, Rojerío, Francisco y Ecuador, apodado los tres mosqueteros, todos entre ocho y diez años, diariamente ellos mismos se asignaban un tiempo libre para jugar y por unos minutos ser solo niños.

El banco era uno de sus juegos favoritos, Ecuador era quien daba los préstamos, a los otros dos, quienes simulaban ser hombres de negocio y las hojas caídas en el suelo sustituían los billetes de cincuenta sucres, así era como se distraían un poco de sus obligaciones, soñando que en un futuro esos juegos se convirtieran en realidad.  

Ninguno de esos niños estudiaba, sus horarios de seis de la mañana a ocho de la noche se los impedía, pero sus anhelos de superarse y tener una mejor vida los impulsaron a seguir.

En busca de una nueva vida

Gracias a que su padre consiguió un mejor empleo, Ecuador inicio sus estudios cuando tenía 12 años, él ya no trabajaba en los sembríos, el sacerdote de su parroquia lo había contratado como sacristán, él se encargada del arreglo de la iglesia y de la vestimenta del Sacerdote.

Estuvo en ese trabajo por siete años, debido a que el sacerdote enfermo gravemente y falleció.

A sus 18 años termino la primaria y decidió dejar los estudios para trabajar. Se desempeñó como operador de máquinas agrícola por 14 años, su último empleo fue como sargento del Cuerpo de Bombero en donde inicio como chofer profesional.

Actualmente él tiene una vida diferente, su esfuerzo permitió brindarles a sus cuatro hijos todo lo que una vez el soñó, una vida digna y una niñez como la que el soñó.

Una encuesta realizada entre el 2012 y el 2016 por el Instituto Internacional del trabajo, indico que el 71% del trabajo infantil se concentra en la agricultura. De los 152 millones de niños en situación de trabajo infantil, casi la mitad de ellos son entre 5 y 11 años, 88 millones son varones y 64 millones son niñas.

El trabajo infantil afecta a los niños física, mental y moralmente, los priva de sus derechos, los obliga a abandonar los estudios de forma prematura, exigiéndoles a remplazar su hora de jugos y estudios por horas laborales.

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