Su primer bebé lo tuvo a los 14 años y actualmente, con siete meses de gestación, cursa el tercer año de bachillerato en una unidad educativa de Jipijapa. Para ella, ser madre a corta edad es complicado, pues detalla que su primer embarazo fue riesgoso y tuvo que retirarse del establecimiento donde estudiaba. Una situación parecida vive Angy, de 17 años, ella recibió su investidura como bachiller cuando estaba a meses de dar a luz. Su vida dio un giro total cuando se enteró que estaba embarazada a los 16, pues su hijo Liam Isaac le trajo más responsabilidades. “Ya no podía salir con mis amigas, sentí que perdí un poco de libertad de mi juventud”. Relata que, al nacer su hijo estuvo en riesgo y pasó por dos hospitales. Ambas alegan no haber recibido información de sexualidad en sus hogares y solo una pequeña parte en sus instituciones educativas.
Durante cuatro años (2010-2014) Manabí ocupó el segundo lugar a nivel nacional con mayor número de adolescentes embarazadas, es decir se registró 4.739 embarazos de jóvenes de entre 10 y 19 años, lo que corresponde al 9,3% de casos a nivel país. La mayoría se registró en la zona urbana, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC). Angy formó parte de las 9.779 adolescentes que llegaron a una unidad de salud por primera vez en el 2017, y la tendencia sigue en aumento. En la actualidad Manabí ocupa el tercer lugar con 13.378 casos de madres adolescentes, detrás de Guayas y Pichincha.
Portoviejo es el cantón con mayor número de casos seguido de Santa Ana, 24 de Mayo y Junín. Pues sólo en la capital manabita en el 2017 se atendieron 9.141 adolescentes embarazadas entre 10 y 19 años. De ellas, 169 recibieron atención por primera vez. En el 2018 se atendieron 11.378 casos de menores embarazadas. Y en lo que va del 2019 se han presentado 1.807 partos de este grupo701 son atendidas por primera vez. Las parroquias del cantón Portoviejo que están más inmersas en esta problemática son Crucita y Picoazá, para esto el GAD Municipal de Portoviejo afirma estar trabajando con campañas de prevención de manera coordinada con el Ministerio de Educación, Ministerio de Salud Pública, Ministerio de Deporte y con una serie de Organizaciones No Gubernamentales (ONG’s) para poder de alguna manera reducir esa brecha que existe de embarazos en adolescentes. Pese a las campañas de prevención la problemática se agrava y continúa la tendencia en aumento. Tomando en cuenta la realidad de otros países, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en la actualidad Ecuador ocupa el primer lugar con 111 de cada mil adolescentes embarazadas, seguido de Honduras (103), Venezuela (95), Nicaragua (92) y Guatemala (92).
En los últimos cinco años en la Dirección Nacional de Policía Especializada para niños, niñas y adolescentes (DINAPEN) se han presentado 2.146 denuncias de las cuales un 7% de embarazos son producto de violación, mientras el porcentaje restante de menores han terminado unidas con sus parejas. Jairo Carvajal analista de promoción de salud expresa que “Los embarazos que ocurren entre los diez y catorce años en su mayoría son producto de abuso sexual”. Además detalla que el Ministerio de Salud tiene dos vías para prevenir el embarazo adolescente: la parte educativa para sensibilizar a la población como conformación de club de adolescentes, (talleres charlas educativas) y el fortalecimiento de los servicios sanitarios.
Aunque la atención a las “niñas madres” va más allá de la prevención. Su estado también genera riesgos para su salud. Hugo Loor, ginec-obstetra del Hospital Verdi Cevallos Balda, de Portoviejo, explica que ellas no han alcanzado el desarrollo de su aparato genital (útero y ovarios) y anatómico (pelvis). “Tienen altas complicaciones que por lo general terminan en una intervención quirúrgica (cesárea)”. También se presentan desgarros vaginales y hemorragias. Las complicaciones -añade- no tan solo son para la madre, el bebé puede ser prematuro y pueden existir también rupturas de membrana. Después del parto se da asesoría en salud sexual y planificación familiar para que la paciente y la familia adopten un método anticonceptivo, algunos facilitados por el Ministerio de Salud.
Para evitar estas complicaciones, Abigail Zúñiga acudió a una casa de salud. Ella tiene 18 años y espera su segundo hijo. Abandonó sus estudios. Al igual que Melissa y Angy, sus prioridades han cambiado. Abigail quiere ser comunicadora social, Melissa busca terminar la secundaria y Angy cursa estudios virtuales en la Universidad Particular de Loja. Todas ellas tienen realidades distintas, aunque un factor común: fueron madres siendo niñas.
Carlos Terán, responsable del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), comentó que la lucha no es evitar el embarazo, sino erradicar el sexo irresponsable, el cual trae efectos nocivos para la sociedad como son las enfermedades y la degradación personal. “La niña que se embaraza es calificada de la peor forma y eso la marca para toda la vida, como si hubiera contraído una mortal enfermedad”. Terán señala que la única forma de solucionar el problema es con educación y con espacios de recreación sana, diferentes a los lugares donde se vinculan el alcohol, la droga y el sexo, como discotecas y bares. “Debemos crear áreas para realizar deporte, para compartir un juego de mesa o tecnológico, y en eso tenemos que trabajar todos”, dijo.
A todo esto las preguntas abundan, ¿cuantos años pasaran hasta cambiar esta realidad social?, ¿Qué acciones debe tomar el gobierno para que sus costosas campañas funcionen?, ¿Hace falta comunicación de padre a hijos? Las estadísticas hablan por sí solas, lo más probable es que los casos sigan aumentando y cada vez veamos a más “NIÑAS MADRES” en las calles.